Me pedís la opinión sobre este capítulo, "tocado por la inspiración"
-en mi opinión- del Sociólogo alemán de origen coreano Byung-Chul Han...
que publiqué escaneado el 31-12-2014
-en mi opinión- del Sociólogo alemán de origen coreano Byung-Chul Han...
que publiqué escaneado el 31-12-2014
Seré muy Breve,
y extiendo mi análisis a la supuesta libertad de expresión
de las sociedades occidentales democráticas,
supuesta garante, también, de los derechos.
¡No es cierto; O NO BASTA!
¿ De qué sirve escribir... ?
¿De qué sirve lo dicho tantas veces durante tantos siglos
si la sociedad en su necesidad de orden va a condenar siempre el amor, por irracional?
¿De qué sirve escribir tanto sobre la corrupción o las maldades...
si el hombre y el poder digieren perfectamente que se diga y se sepa,
seguro de sus mecanismos de aislamiento individual, represión y control social?
“Hablad… que por un oído entra y por otro sale”
Y si os ponéis pelmas... ¡zapatazo!
( Alzamiento militar, Chile, Iraq, Guantánamo, Gulag...)
( Alzamiento militar, Chile, Iraq, Guantánamo, Gulag...)
Por otra parte :
y "Carpe diem" (En eso estoy yo)
¡Tiro la toalla!.
He empezado a escribir un ensayo sociológico
SOBRE NUESTRAS SOCIEDADES DEL XXI.
Lo titulo :
SOCIEDAD CRIMINAL, S.A.
LA ANTISOCIOLOGÍA
-Via Crucis de la una colina, donde estudiaba yo la carrera-
¡Cuántas tardes de domingo!
¿Perdidas?
¡ VIA CRUCIS !
Como publiqué escaneado, ésto escribe Byung : ¡Fantástico, pero inútil!.
(disculpad que la informática del blog visualice mal textos previamente escaneados.
Leedlo mejor en la entrada escaneada de fin de año)
La Mera Vida
El jabali
que con sus
colmillos mató
al bello joven
Adonis encarna
un erotismo que se manifiesta
como locura y exceso. Se cuenta que, después de la muerte de Adonis, el jabalí dijo que con sus
«dientes erotizados» de ningún modo había pretendido causar daño al cuerpo de Adonis, porque su propósito era acariciado. Marsilio Ficino, en su libro sobre el Banquete de Platón (19), describe el ojo erotizado que, a semejanza de los dientes erotizados del jabalí de Adonis, está dominado por una pasión mortal:
«Porque tus ojos que han penetrado a través de los míos hasta el fondo de mi corazón, encienden en mis entrañas un vivísimo fuego. Ten, entonces, misericordia del que perece por tu causa» (20).
como locura y exceso. Se cuenta que, después de la muerte de Adonis, el jabalí dijo que con sus
«dientes erotizados» de ningún modo había pretendido causar daño al cuerpo de Adonis, porque su propósito era acariciado. Marsilio Ficino, en su libro sobre el Banquete de Platón (19), describe el ojo erotizado que, a semejanza de los dientes erotizados del jabalí de Adonis, está dominado por una pasión mortal:
«Porque tus ojos que han penetrado a través de los míos hasta el fondo de mi corazón, encienden en mis entrañas un vivísimo fuego. Ten, entonces, misericordia del que perece por tu causa» (20).
La sangre sirve aquí como medio para la comunicación erótica. Entre los erotizados ojos del amante y los del amado se produce una especie de transfusión de sangre.
Imaginaos
a Fedro de Mirrinos
y al orador Lisias de Tebas,
que está enamorado de
aquel. Lisias
mira
fijamente como un bobalicón, con la boca abierta, el rostro de Fedro. Este dirige de manera penetrante
hacia los ojos de Lisias los brillantes rayos de sus ojos y le envía junto con ellos el espíritu vital. En este encuentro recíproco de los ojos se une sin la menor dificultad el rayo de Fedro con el de Lisias, e igualmente se une el espíritu vital del uno con el del otro. La exhalación del espíritu vital, que es engendrado por el corazón de Fedro, se dirige a toda prisa hacia el corazón de Lisias, se condensa a través de la substancia compacta de su corazón y se transforma otra vez en sangre y, por cierto, en lo que era originariamente, a saber, en la sangre de Fedro. ¡Un fenómeno digno de admiración! ¡La sangre de Fedro se encuentra en el corazón de Lisias! (21) .
fijamente como un bobalicón, con la boca abierta, el rostro de Fedro. Este dirige de manera penetrante
hacia los ojos de Lisias los brillantes rayos de sus ojos y le envía junto con ellos el espíritu vital. En este encuentro recíproco de los ojos se une sin la menor dificultad el rayo de Fedro con el de Lisias, e igualmente se une el espíritu vital del uno con el del otro. La exhalación del espíritu vital, que es engendrado por el corazón de Fedro, se dirige a toda prisa hacia el corazón de Lisias, se condensa a través de la substancia compacta de su corazón y se transforma otra vez en sangre y, por cierto, en lo que era originariamente, a saber, en la sangre de Fedro. ¡Un fenómeno digno de admiración! ¡La sangre de Fedro se encuentra en el corazón de Lisias! (21) .
La comunicación erótica de la antigüedad es todo menos plácida. Según Ficino, el amor es la «peste más perniciosa». Es una «transformación». «Enajena al hombre de su propia naturaleza y le trae la extraña» (22) Esta transformación y vulneración constituye su negatividad, que hoy se pierde por completo a causa de la creciente positivación y domesticación del amor. El hombre actual permanece igual a sí mismo y busca en el otro tan solo la confirmación de sí mismo.
Eva Illouz, en su estudio El consumo, de la utopía romántica, constata que hoy el amor se «feminiza».
Sostiene que son «femeninos por completo» los adjetivos con los que se describen las escenas
románticas del amor, tales como «agradable», «Íntimo», «tranquilo», «cómodo», «dulce», o «tierno».
Domina una imagen del romanticismo que sume a hombres y mujeres en la esfera femenina del
sentimiento." En contra de su diagnóstico, él amor hoy no se «feminiza» simplemente; más bien, en
el curso de una positivación de todos los ámbitos de la vida, es domesticado para convertido en una
fórmula de consumo, como un producto sin riesgo ni atrevimiento, sin exceso ni locura. Se evita.
toda negatividad, todo sentimiento negativo. El sufrimiento y la pasión dejan paso a sentimientos
agradables y a excitaciones sin consecuencias.
22. Ibíd., p. 214.
23.E. Illouz, El consumo de la utopía
romántica, Madrid,
Katz, 2009, p. 150 .
En la época
del quickie, del sexo
de ocasión y distensión,
también la sexualidad pierde toda
negatividad. La
ausencia total
de negatividad hace que el amor hoy se atrofie como
un objeto de consumo y de cálculo hedonista.
El deseo del otro
es suplantado
por el confort de lo igual.
Se busca la placentera, y
en definitiva cómoda, inmanencia de lo
igual. Al amor de hoy le falta
toda trascendencia y transgresión.
La dialéctica
hegeliana de amo y esclavo
describe una lucha
a vida o muerte. El que
después
será amo no teme la muerte. Su deseo de libertad, reconocimiento y soberanía lo eleva sobre
la preocupación por la mera vida. Lo que induce al esclavo futuro a someterse al otro es el miedo
a la muerte. El esclavizado prefiere la esclavitud a la muerte amenazante. Se aferra a la mera vida.
No es la superioridad física de un partido lo que determina el desenlace de la lucha; más bien,
es decisiva la «capacidad de muertes" Quien no tiene la capacidad de muerte no arriesga su
vida. En Lugar “de ir a la muerte consigo mismo”, permanece «en sí mismo dentro de la muerte»."
No se entrega a la muerte. Así se convierte en esclavo y trabaja.
será amo no teme la muerte. Su deseo de libertad, reconocimiento y soberanía lo eleva sobre
la preocupación por la mera vida. Lo que induce al esclavo futuro a someterse al otro es el miedo
a la muerte. El esclavizado prefiere la esclavitud a la muerte amenazante. Se aferra a la mera vida.
No es la superioridad física de un partido lo que determina el desenlace de la lucha; más bien,
es decisiva la «capacidad de muertes" Quien no tiene la capacidad de muerte no arriesga su
vida. En Lugar “de ir a la muerte consigo mismo”, permanece «en sí mismo dentro de la muerte»."
No se entrega a la muerte. Así se convierte en esclavo y trabaja.
24. Cf. G.WF. Hegel, «Schriften zur Politik
und Rechtsphilosphic», Sámtliche Werke, tomo VII, Hamburgo, 1913, p. 370.
25. Id. , [eneser Realphilosophie I, Leipzig , 1932, p. 229 (trad. cast,
Filosofia real. Madrid, FCE, 1984).
El trabajo y la
mera vida están estrechamente
relacionados. Son reacciones a la negatividad
de
la muerte. La defensa de la mera vida se agudiza hoy como absolutización y fetichización de la salud. El esclavo moderno la prefiere a la soberanía y la libertad. Se parece al «último hombre» de Nietzsche, para el que la salud como tal constituye un valor absoluto. La salud es elevada a la
condición de «gran diosa»: «Se venera la salud. "Nosotros hemos inventado la felicidad" -dicen los últimos hombres y parpadean-(26). Donde se sacraliza la mera vida, la teología da paso a la terapia; o bien la terapia se hace teológica. La muerte ya no tiene ningún puesto en el catálogo de rendimiento de la mera vida. Ahora bien, mientras alguien permanece esclavo y se aferra a la mera vida está sometido al amo.
«Pero el combatiente y el victorioso odian por igual vuestra aspaventosa muerte que se acerca
furtiva como un ladrón -y que, sin embargo, viene como señor». (27)
la muerte. La defensa de la mera vida se agudiza hoy como absolutización y fetichización de la salud. El esclavo moderno la prefiere a la soberanía y la libertad. Se parece al «último hombre» de Nietzsche, para el que la salud como tal constituye un valor absoluto. La salud es elevada a la
condición de «gran diosa»: «Se venera la salud. "Nosotros hemos inventado la felicidad" -dicen los últimos hombres y parpadean-(26). Donde se sacraliza la mera vida, la teología da paso a la terapia; o bien la terapia se hace teológica. La muerte ya no tiene ningún puesto en el catálogo de rendimiento de la mera vida. Ahora bien, mientras alguien permanece esclavo y se aferra a la mera vida está sometido al amo.
«Pero el combatiente y el victorioso odian por igual vuestra aspaventosa muerte que se acerca
furtiva como un ladrón -y que, sin embargo, viene como señor». (27)
El eros como exceso
y transgresión niega tanto el
trabajo como la mera vida.
Por eso, el esclavo,
que se agarra a la mera vida y trabaja, no es capaz de ninguna experiencia erótica, de deseo erótico.
que se agarra a la mera vida y trabaja, no es capaz de ninguna experiencia erótica, de deseo erótico.
26. F. Nietzsche, Así habló
Zaratustra, Madrid,Alianza
1980, P·39·
27. Ibíd
.
El sujeto
actual del rendimiento
se parece al esclavo hegeliano,
si bien con el
detalle de que no
trabaja para el amo, sino que se explota de manera voluntaria a sí mismo. Como empresario de sí
mismo es amo y esclavo a la vez. Se trata de una unidad funesta que Hegel no pensó en su dialéctica.
El sujeto de la propia explotación está privado de libertad en idéntico grado que el sujeto de la
explotación ajena. Si entendemos la dialéctica de amo y esclavo como historia de la libertad, no se
puede hablar de final de la historia, pues todavía estamos muy lejos de ser realmente libres. Bajo
esa hipótesis, hoy nos encontramos en un estadio histórico en el que el amo y el esclavo forman
una unidad. Somos amos del esclavo o esclavos del amo, pero no hombres libres, cosa que habría de
hacerse realidad, justo al final de la historia. Y, según lo dicho, la historia, entendida como historia de la libertad, no ha llegado al final. Solo llegaría al final cuando nosotros fuéramos libres de hecho, cuando no fuéramos ni amos ni esclavos, ni esclavos del amo, ni amos del esclavo.
trabaja para el amo, sino que se explota de manera voluntaria a sí mismo. Como empresario de sí
mismo es amo y esclavo a la vez. Se trata de una unidad funesta que Hegel no pensó en su dialéctica.
El sujeto de la propia explotación está privado de libertad en idéntico grado que el sujeto de la
explotación ajena. Si entendemos la dialéctica de amo y esclavo como historia de la libertad, no se
puede hablar de final de la historia, pues todavía estamos muy lejos de ser realmente libres. Bajo
esa hipótesis, hoy nos encontramos en un estadio histórico en el que el amo y el esclavo forman
una unidad. Somos amos del esclavo o esclavos del amo, pero no hombres libres, cosa que habría de
hacerse realidad, justo al final de la historia. Y, según lo dicho, la historia, entendida como historia de la libertad, no ha llegado al final. Solo llegaría al final cuando nosotros fuéramos libres de hecho, cuando no fuéramos ni amos ni esclavos, ni esclavos del amo, ni amos del esclavo.
El capitalismo absolutiza la mera vida. Su fin no es la vida buena. Su compulsión a la acumulación y al crecimiento se dirige precisamente contra la muerte, que se le presenta como pérdida absoluta. Para Aristóteles, la pura adquisición de) capital es rechazable porque no se preocupa de la vida buena, sino solamente de la mera supervivencia.
En consecuencia,
algunas personas
suponen que es
una función de la
administración
doméstica el
incrementar la propiedad y viven continuamente bajo la idea de que es un deber salvaguardar sus ha-
beres monetarios o incrementarlos hasta una cuantía ilimitada. La causa de esta actitud de la mente está
en que sus intereses están puestos en la vida, pero no en la vida buena." (28)
incrementar la propiedad y viven continuamente bajo la idea de que es un deber salvaguardar sus ha-
beres monetarios o incrementarlos hasta una cuantía ilimitada. La causa de esta actitud de la mente está
en que sus intereses están puestos en la vida, pero no en la vida buena." (28)
Con ello, el proceso del capital y de la producción se acelera hasta el infinito por el hecho de
que se deshace de la teleología de la vida buena. El movimiento se acelera hasta el extremo al despojarse de su dirección. Así, el capitalismo se hace obsceno.
Hegel
es receptivo para
la alteridad
como ningún otro pensador.
Esta sensibilidad
no puede
rechazarse como idiosincrasia. Hegel no debería leerse como lo han hecho, por ejemplo, Derrida,
Deleuze o Bataille. Según su manera de interpretar, el «absoluto» apunta a la fuerza y a la totalidad.
Pero, en verdad, el absoluto en Hegel significa sobre todo amor:
rechazarse como idiosincrasia. Hegel no debería leerse como lo han hecho, por ejemplo, Derrida,
Deleuze o Bataille. Según su manera de interpretar, el «absoluto» apunta a la fuerza y a la totalidad.
Pero, en verdad, el absoluto en Hegel significa sobre todo amor:
28. Aristóteles,Política, 12S7b, Aguilar, Madrid, 1977,P. 1421.
«En el amor,
bajo el aspecto del contenido,
se dan los momentos que hemos aducido como concepto fundamental
del espíritu absoluto: el retorno reconciliado
desde su otro a sí mismo».(29) Absoluto significa «no limitado».
Es precisamente un espíritu limitado el que se quiere de manera inmediata a sí mismo y se aparta
del otro.
En cambio, es absoluto
el espíritu que reconoce la negatividad del otro.
Según Hegel, la «vida del
espíritu» no es la
mera vida «que teme la muerte y se mantiene intacta
frente a la devastación», sino
la vida que «la
soporta y se conserva en ella».El
espíritu agradece su vitalidad
precisamente a su capacidad para la muerte. El absoluto no es lo «positivo, que hace la vista gorda
frente a lo negativo». Más bien, el espíritu «mira a la cara a lo negativo» y «se demora en ello»(30). Es absoluto porque se atreve a salir a lo extremo, a la negatividad suprema, y la incluye en sí, dicho
con mayor precisión, la cierra en sí. Donde reina lo puramente positivo, el exceso de positividad,
no hay ningún espíritu. Según Hegel, la «definición de lo absoluto» se cifra en que «es la conclusión» (31).
precisamente a su capacidad para la muerte. El absoluto no es lo «positivo, que hace la vista gorda
frente a lo negativo». Más bien, el espíritu «mira a la cara a lo negativo» y «se demora en ello»(30). Es absoluto porque se atreve a salir a lo extremo, a la negatividad suprema, y la incluye en sí, dicho
con mayor precisión, la cierra en sí. Donde reina lo puramente positivo, el exceso de positividad,
no hay ningún espíritu. Según Hegel, la «definición de lo absoluto» se cifra en que «es la conclusión» (31).
29. G.WF. Hegel,
Estética, volumen Ir,
Barcelona, Península,1991, p.
II3.
30.
u.,
«Fenomenología del espíritu»,
en Hegel
1, Madrid,
Gredos, 2010, pp.
132 s.
31. Íd., Enciclopedia de las
ciencias filosóficas, Madrid, Alianza1997,
p. 260, § 18r. R.Valls Plana traduce: «La
definición
de lo absoluto
es desdeahora que
es el silogismo». En el este
contexto
considero que Byung-Chul Han
da a Schluss el sentido
de «conclusión» (N
del
T.).
La conclusión
no es aquí ninguna categoría de la
lógica formal. La vida misma,
diría Hegel, es
una conclusión, y esta última sería una violencia,
una exclusión violenta del
otro, si no fuera una conclusión
absoluta sino una conclusión limitada,
e incluso un cortocircuito. La
conclusión absoluta es larga y lenta, y supone una demora
en lo otro. La dialéctica misma
es un movimiento de deducir, abrir y volver
a cerrar. El espíritu
se desangraría por las
heridas que
la negatividad del'otro
le infligiera si
él no fuera capaz de ninguna conclusión. No
toda conclusión es violencia.
Se concluye
paz. Se concluye (cierra)
amistad. El
amor es una conclusión
absoluta porque
presupone la muerte, la
renuncia a sí mismo. La «verdadera
esencia del amor»
consiste
en «renunciar a la conciencia de
sí mismo, en “olvidarse
de sí en otra mismidad»
(32).
La conciencia del esclavo hegeliano es limitada; él no es capaz de la conclusión absoluta, porque no tiene capacidad de renunciar a la conciencia de sí mismo, o sea, no es capaz de morir. El amor como conclusión absoluta pasa a través de la muerte.
32. Íd., Estética,
op. cit., p. II3.
Ciertamente
se muere en lo otro, pero a esta muerte le sigue
un retorno hacia sí.Y el retorno
reconciliado desde el otro hacia
sí es todo menos
una apropiación violenta del otro,
que falsamente ha
sido elevada a figura principal
del pensamiento
hegeliano. Es más bien el don del otro,
al que precede la entrega, el abandono de mí mismo. El sujeto depresivo-narcisista no es capaz
de ninguna conclusión.
Y sin conclusión todo
se derrama y se
esfuma. Así, este sujeto no tiene ninguna imagen
estable de sí
mismo, que es también una forma de
conclusión. No es casual que los
síntomas de la depresión
incluyan la indecisión, la incapacidad de resolución. La depresión es característica de un tiempo
en el que, por el exceso de abrir y des limitar, se ha perdido la capacidad de cerrar, de concluir.
Desaprendemos el morir, porque no somos capaces de concluir la vida.También el sujeto del rendimiento es incapaz de cierre, de conclusión. Se rompe bajo la coacción de tener que producir cada vez más.
incluyan la indecisión, la incapacidad de resolución. La depresión es característica de un tiempo
en el que, por el exceso de abrir y des limitar, se ha perdido la capacidad de cerrar, de concluir.
Desaprendemos el morir, porque no somos capaces de concluir la vida.También el sujeto del rendimiento es incapaz de cierre, de conclusión. Se rompe bajo la coacción de tener que producir cada vez más.
«Amor» también significa para Marsilio Ficino morir en el otro: «Sin duda cuando te amo, al
amar te me reencuentro en ti que piensas en mí, y me recupero en ti que conservas lo que había
perdido por mi propia negligencia»(33) Cuando Ficino escribe que el amante se olvida a sí mis-
mo en otro, pero que en este perecer y olvidarse «recupera de nuevo», o incluso «se posee», esta posesión es el don del otro. La primacía del otro distingue el poder de Eros de la violencia de Ares. En la relación de poder y dominación me afirmo y opongo al otro en la medida en que lo someto. En cambio, el poder de Eros implica una impotencia en la que yo, en lugar de afirmar me, me pierdo en el otro o para el otro, que me alienta de nuevo: «Un emperador posee por sí mismo a otros. el amante se apodera de sí mismo por otro, y cada uno de los amantes se aleja de sí mismo y se acerca al otro, y muertos en sí, resucitan en el otro»(34).
Bataille comienza su Erótica con la frase: «Podemos decir del erotismo que es la aprobación de la vida hasta en la muerte»(35).
No se afirma aquí la mera vida, que huye de la negatividad de la muerte. Más bien el impulso vital, incrementado y afirmado hasta el máximo, se acerca al impulso de muerte. El Eros es el medio de incrementar la vida hasta la muerte: «En efecto, aunque la actividad erótica sea antes que nada una exuberancia de la vida, el objeto de esta búsqueda psicológica, independiente como dije de la aspiración a reproducir la vida, no es extraño a la muerte misma»(36).
33. Marsilio Ficino, De amore, op. cit., p. 43.
34. Ibid.
35. G. Bataille,
El erotismo, Tusquets, Barcelona,
2002, p. 15.
36.
Ibíd.
Para dar a esta «paradoja»
tan «grande» una «apariencia de fundamentación»,
Bataille cita a de Sade:
«No hay mejor medio para familiarizarse con la muerte
que unida al pensamiento de un desenfreno».
La negatividad
de la muerte es esencial
para la experiencia
erótica: «El amor no es, o es en
nosotros, como
la muerte»(37).
La muerte
se dirige sobre todo al yo. Los impulsos
de vida eróticos lo inundan
y deshacen los límites
de su identidad narcisista-imaginaria.
En virtud de su negatividad
se manifiestan como
impulsos de muerte.
No solo existe aquella muerte que significa el final de la mera vida. Tanto la renuncia a la identidad imaginaria del yo como la supresión del orden simbólico, al que el yo debe su existencia social, representan la muerte, una muerte más importante que el final de la mera vida:
No solo existe aquella muerte que significa el final de la mera vida. Tanto la renuncia a la identidad imaginaria del yo como la supresión del orden simbólico, al que el yo debe su existencia social, representan la muerte, una muerte más importante que el final de la mera vida:
Hay, en el
paso de la
actitud normal al deseo, una
fascinación fundamental por
la muerte. Lo
que está en
juego en el erotismo
es siempre una disolución
de las formas
constituidas.
Repito: una
disolución de
esas formas de vida social, regular, que
fundamentan el orden
discontinuo de
las individualidades que
somos-" (38)
37· Ibid., p. 243·
38 Ibid., p.21
La vida cotidiana
consta de discontinuidades.
La experiencia erótica abre
el acceso a la «continui-
dad del ser», <lo único que
establecería la muerte definitiva de los seres discontinuos»(39).
En una
sociedad donde cada uno es empresario de sí mismo domina
una economía
de supervivencia. Esta es diametralmente
opuesta a la negación de la economía por
parte del Eras y la muerte. El neoliberalismo,
con sus desinhibidos impulsos del yo
y del rendimiento,
es un 'Orden social del
que ha desaparecido por
completo el Eras. La sociedad positiva,
de la que se ha retirado la negatividad de la muerte, es una
sociedad de la mera vida, que está dominada
tan solo por la
preocupación
de «asegurar la supervivencia
en la discontinuidad».
Y esa vida es la de un esclavo. Esta preocupación
por la mera
vida, por la supervivencia,
despoja la
vida de toda vivacidad,
que representa
un fenómeno muy
complejo. Lo meramente positivo
carece de vida.
La negatividad es esencial
para la vivacidad: «Por lo
tanto algo es viviente, solo
cuando contiene en sí la contradicción
y justamente
es esta fuerza
de contener y sostener en sí la contradicción»(40). Así, la vivacidad se distingue de la vitalidad
de contener y sostener en sí la contradicción»(40). Así, la vivacidad se distingue de la vitalidad
o capacidad
de la mera vida, a
la que le falta toda negatividad.
El superviviente
equivale al no
muerto,
que está demasiado
muerto para vivir
y demasiado vivo
para morir.El barco
del Holandés errante,
cuya tripulación consta de no
muertos, según
la leyenda,
puede leerse en analogía con
la actual sociedad
del cansancio.
El holandés,
que «sin fin, sin parada, sin descanso, vuela
como una flecha», se
parece al actual
sujeto agotado y depresivo
del rendimiento, cuya libertad
se muestra como condena
a tener que explotarse eternamente
a sí mismo. La producción capitalista
carece también de fin.
Ya no gira en torno a la
vida buena. El
holandés es él mismo un no muerto, que
no es capaz
de vivir ni de morir. Está
condenado a viajar eternamente
al infierno de lo igual, y añora
un apocalipsis que lo redima de este infierno
(¡Día del juicio! /
¡Día primero
y
nuevo! /
¿Cuándo
romperás
en medio
de mi noche?
/
¿Cuándo sonará
/ el golpe
exterminador,
/
con el que
saltará en pedazos
el mundo? /
Cuando todos los \ muertos
resuciten) /
entonces
me sumiré en
la nada. /
¡Oh, mundos! cesad
vuestro curso!).
La sociedad de la producción y del rendimiento ciegos
(¡Zumba y
suena,
/ buena rueca)
/
gira, gira sobre
ti misma! /
¡Hila, hila
mil hilos, / buena
rueca, /
zumba
y
suena!),
capitalista
de la producción
y el rendimiento. Su
declaración de
amor es una promesa,
una forma
deductiva; es una declaración absoluta, excelsa, que trasciende la mera adición y acumulación de
la economía capitalista. Trae una iluminación, un claro en el tiempo. La fidelidad misma es una
forma deductiva, que introduce una eternidad en el tiempo. Es la inclusión de la eternidad en
el tiempo.
deductiva; es una declaración absoluta, excelsa, que trasciende la mera adición y acumulación de
la economía capitalista. Trae una iluminación, un claro en el tiempo. La fidelidad misma es una
forma deductiva, que introduce una eternidad en el tiempo. Es la inclusión de la eternidad en
el tiempo.
La eternidad
sí que puede
existir en el
tiempo mismo de la vida,
y el amor,
cuya esencia
es la fidelidad
en el sentido que yo le
doy a esta palabra,
es lo que viene
a probado.
¡La felicidad,
en suma!
Sí, la felicidad
amorosa es la
prueba de que-el
tiempo puede
albergar la eternidad."
39. Ibíd.
40.G.WF. Hegel, Ciencia de la 16gica, Buenos Aires, Solar,1982, p.74.
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