martes, 6 de enero de 2015

DANTE Y YO en La Divina Comedia (Modified)

¡ Bah... Compruebo que, en esto del Amor, somos todos "igualicos e igualicas" !
No voy a volver a escribir más del asunto.
Efectivamente, no es para tanto.
¡Ya está bien!
´...Es la penúltima vez.

Estaba a punto de irme a dormir y dejar atrás mi monotema un tiempo, 
pero... voy y abro 
La Apasionante Biografia de Dante Alighieri
-Porque el libro se pone delante de mis ojos- 
y esto es lo que encuentro sobre Beatriz que, claro, me resuena mogollón. 

Mejor, no abro a Cervantes y Don Quijote 
porque saldrá también "su pedrada" con Dulcínea, jé, jé...

¡ SOY PEDANTE Y CARGANTE !
NO LO LEÁIS. Ya digo que ES LO MISMO DE SIEMPRE... 
Escrito, eso sí: "EN BONITO".  ¡ 
No me digáis que no es enternecedor, cuando menos!

Dicen de DANTE en "Grandes Personajes". Biblioteca Histórica,1984.

Introducción: Es tal la densidad de contenidos ideológicos y de referencias histórico-religiosas con que tropezamos al leer la Divina Comedia que los eruditos comentaristas no terminarán nunca de encontrar significados nuevos, realidades cotidianas y rememoraciones históricas, matices linguísticos y desahogos personales.

Quizá por ahí, por la vía del desahogo personal haya que enfocar la lectura de uno de los monumentos más colosales de la literatura universal, que, amo toda obra genial, es trasunto, cifra y espejo de una existencia vivida con apasionamiento. Y pocas vidas tan apasionadas como la de Dante. Puso pasión  en 'todo: en la política, en la amistad y en la enemistad, en el amor posible y en el imposible, en Lo humano y en lo divino, condenando, purificando, salvando almas y cuerpos, andando por la vida o perdiéndose por las veredas de la imaginación.

Y lo mismo que él se habría perdido por entre las brumas del más allá sin la compañía orientadora de Virgilio o de Beatriz, nosotros nos perderíamos por entre la maraña alucinante de sus creaciones literarias sin alguien que nos oriente.  ¿ Y quién mejor que el mismo Dante para servimos de guía?. Seguramente que para eso escribió "la Vida Nueva”, ese delicioso  manualito para hacer excursiones por los paisajes del corazón.

Somos como aquellos peregrinos de que habla hacia el final :

«Después de esta tribulación sucedió, al tiempo que gran multitud de gente acude para ver la bendita imagen en que se retrata la bellísima faz de Jesucristo, que Beatriz contempla gloriosa en los cielos, sucedió, decía, que pasaron ciertos peregrinos por la calle situada en el centro de la ciudad,. en que nació, vivió y murió aquélla. Al parecer todos caminaban pensativos, y al observarles dije entre mí:

 "Estos peregrinos sin duda vienen de muy lejos; no habrán oído nunca hablar de mi señora; nada saben de lo que a ella concierne; al contrario, sus pensamientos estarán fijos en cosas bien distintas de éstasAcaso pensarán en sus amigos a quienes aquí no conocemos. Si fuesen moradores de este país, añadí, la emoción y el pesar se pintarían en sus rostros. al cruzar la afligida ciudad. ¡Oh! si pudiese detenerlos un momento, les movea a llanto antes que se ausentaran, porque mis palabras se lo arrancarían a cualquiera que me escuchase"

Con estas reflexiones, y cuando los peregrinos se hubieron alejado, pensé componer un soneto en que diese a entender todos estos afectos que me embargaban; y para que más interesase y tocase el corazón, supuse que les dirigía a ellos mis palabras.

El soneto era ést:
»¡Oh peregrinos, qué pensativos vais preocupados
acaso con otras cos
as diferentes de las que os rodean!
¿ Venís, por ventura de tan lejanas tierras como parece indicar vuestro aspecto?
                                                          . .
»¿ Cómo no derramáis lágrimas al atravesar esta
ciudad condolida, cual p
ersonas que no comprendéis
todo lo acerbo de s
us dolores?

»Si queréis pararos a escucharme, el corazón nos
dice entre suspiros que no os alejaréis sin haber llorado juntamente conmigo.

»Si, esta ciudad ha perdido a su Beatriz bella, y
cuanto se diga de sus virtudes cierto que hará llorar
a cua
lquiera.»

Hay lágrimas, pero no hay amargura en este adiós compartido. Porque eso es lo que hace Dante en la breve autobiografía sentimental que es la Vida Nueva: hacer partícipes a los demás, sobre todo a los que padecen mal de amores, de los sosegados lamentos de su corazón.

Anticipado «Quijote» de la caballería andante que cabalgaba por los pocos y mal transitados caminos que, desde la Edad Media estaban llevando a los hombres del feudalismo hacia el Renacimiento,

Dante se lamenta de que pueda haber alguien que no conozca a su «dulcinea», Mas el «Quijote» Dante no se lanza a tejer aventuras ni a desfacer entuertos, sino que se encierra a solas consigo mismo, sueña sueños de esperanza ilusionada en los que se funden e1Amor y la Amada y desgrana un nuevo Cantar de los Cantares:            

«Balada mía, ve en busca del Amor; con él preséntate ante mi señora, a fin de que, cantando tú para disculparme, le hables con su ayuda a favor mío. Tan cortés vas y tan modesta que sola podrías lo quiera presentarte sin temor; mas para tu mayor seguridad, ve en busca del Amor; acaso no te convenga ir sin su compañía, pues aquella que ha de escuchar tus acentos, de tal manera está airada contra , que, según creo, podría darte más acogimiento si el Amor no se hallase a tu lado. Ya delante de mi señora, obtenida su venia, comiénzala a decir dulcemente: "Señora, a vos me envía quien desea tengáis a bien escuchar sus disculpas; el Amor que me acompaña podrá deciros cómo ha dominado por vos su corazón; que el vuestro adivine la causa de que el mismo Amor le haya obligado a dirigir sus ojos a otra".

»Y aún di más, balada mía; di que mi corazón está tan firme en su fe que todos sus movimientos se encaminan tan sólo a obedecerla ciegamente, pues tan joven se la entregó y desde entonces siempre la ha pertenecido. Si no diese fe a tus palabras, dila que consulte sobre esto al Amor, y si ni aún así quisiese perdonarme, suplícala humildemente que me envíe orden de morir por ella, Y entonces podrá asegurarse bien de mi ciega obediencia.

»Y en cuanto al Amor, principio de toda compasión, que bien sabrá defender mi causa, dile antes de que se aparte de su presencia: "Dueño mío, en gracia de mi dulce canto, no te aparte de ella jamás, di cuanto quisieres a tu fiel siervo y si, gracias a tus súplicas, está ya perdonado, anúnciale esta paz con afable rostro". ¡Ve, sí, oh balada mía!. Elige la ocasión más oportuna y tuya será toda la gloria del éxito.»

La Vida Nueva es un canto a la ausencia hecha presencia por obra y gracia de la imaginación

Hay tres ausencias-presencias de Beatriz en la vida y en la obra de Dante perfectamente diferenciadas.

La primera ausencia está dominada por una casi palpable proximidad física de su amada mientras ésta vive en la ciudad, a pesar de que llega un momento en que pasa a pertenecer a otro hombre. Hay esperanza en su aceptación. del desamor y sueña en encuentros directos o por persona interpuesta. Y como no puede ocultar sus sentimientos, los exterioriza así para alivio de los amadores:

«A toda alma cautiva, a todo noble corazón a quien llegaren estas mis palabras que en son de consulta quiero dirigir/es, salud, en nombre de su señor, el Amor.

»Ya casi transcurridas las horas en que las estrellas envían su resplandor a los mortales, Amor, cuya esencia ni quiero recordar, se me apareció de repente..
Con apacible semblante mostraba en su mano mi propio corazón, y una hermosa joven ligeramente vestida descansaba durmiendo sobre sus brazos.

»Despertándola, hacíala comer de aquel ardiente corazón; ella obedecía humilde, y esta visión se apartaba de mi vista, no sin dejarme sumido en amargo llanto.»

La segunda ausencia es la más dolorosa. Se produce cuando su amada en persona o el comodín que la representa se distancia: más y se va de la ciudad. Mas cómo no quiere que en su entorno se advierta la angustia que se le refleja en el rostro, se adelanta a exteriorizar sus lamentos, con acentos bíblicos:

«¡Oh, vosotros que pasáis por las vías del Amor, paráos y ved si hay algún dolor comparable al mío!. Sólo os ruego tengáis a bien escucharme por breves instantes; después juzgad si está o no cifrado en mí todo mal.
        .
»No ya por ... mis méritos, escasos ciertamente, mas por su misma excelencia, dióme el Amor  vida tan dulce y suave que pude oír a muchos decir de mí: "¿Acaso merece este corazón gozar de tan gran dicha?

»Mas, ¡ah!, ya perdió éste toda la impetuosa alega nacida de su amado tesoro y ya no sabe sino callar.

»Y cual aquellos que se esconden con vergüenza de su misma poquedad, fingiendo exterior tranquilidad, más llora y se destroza interiormente",»

La tercera ausencia, la de la muerte física de Beatriz, en plena juventud y en la plenitud de su realización matrimonial, le sume a principio en un inmenso dolor del que trata de liberarse volviendo sus ojos hacia otras damas; pero, al final, se consuela y recupera su primitiva devoción amorosa escuchando la voz interior del Amor :

«A través de la esfera que gira más velozmente, penetra el suspiro nacido de mi pecho; es la nueva inteligencia a que Amor le induce llorando, y que a tal altura le remonta.

»Alli mi suspiro, donde el Amor desea, ve a una dama rodeada de honores, cuyo resplandor es tan intenso, que, con ayuda de sus propios rayos, el espíritu peregrino la admira y la contempla.

»Tal la ve que, cuando me lo refiere, no llego a comprenderle; habla a mi corazón, deseoso de escucharle, un lenguaje que no penetra mi inteligencia.

»«Me consta, sin embargo, que me habla de ella, pues que a menudo pronuncia el amable nombre de Beatriz, que esto sí lo comprendo, estimadas señoras mías.» 

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